Contenido
Introducción.
¿Alguna vez te has preguntado qué nos impulsa a los seres humanos a vivir en sociedad? ¿Por qué no vivimos cada uno por nuestra cuenta, sin contacto con el resto? ¿Cuál es el origen de las sociedades? Sé que alguno me dirá: “ni de broma me iría a vivir yo perdido con calor o frío, insectos y toda clase de contratiempos”, pero bueno, para gustos, colores.
Aunque no seas de esa clase de personas a las que no le gusta la sociedad, hoy te voy a pedir que hagamos un pequeño ejercicio de imaginación: pensemos que todos quisiéramos hacerlo, ¿sería posible? ¿Podríamos vivir completamente aislados? Y si lo hiciéramos… ¿sobreviviría nuestra sociedad?
Para explorar esta idea, vamos a conocer a nuestro nuevo amigo Pedro.
La economía autosuficiente de Pedro.
Pedro no quiere saber nada de la vida en sociedad. Le incomodan las normas, los ritmos, las obligaciones impuestas por la vida moderna. Después de mucha reflexión, ha decidido aislarse por completo en una montaña, lejos de todo y de todos. No ha sido una decisión improvisada: Pedro se ha preparado a conciencia y cree estar listo para vivir de forma totalmente autosuficiente, hasta se ve capaz alcanzar el nivel de vida del que disfrutaba hasta ahora. El rechazo que siente por nuestra civilización es tal, que ha decidido irse con lo puesto, ni herramientas, ni tecnología, ni provisiones. Solo él y la naturaleza para empezar de cero.
Sé lo que estarás pensando: “¿y esto qué tiene que ver con el título del podcast?” Tranquilos, no me he equivocado de título, pronto los descubriremos. Sigamos un poco más con el viaje de Pedro.
Tras un largo y agotador trayecto, Pedro por fin llega a su destino: un lugar remoto, sin señales de vida humana, sin electricidad, sin caminos, sin nada. Por primera vez, está completamente solo. Libre. Pero ahora viene la gran pregunta: ¿cómo logrará Pedro alcanzar su antiguo nivel de vida viviendo completamente aislado?
Pues ahora que vive completamente solo, se deberá encargar de todo. Es decir, cazar, sembrar, confeccionarse la ropa, prepararse la comida, construirse su refugio, curarse las heridas, defenderse de animales salvajes, …
¿Os parece poco? Alguno me dirá: pues claro que si y todavía me sobraría tiempo para hacer mis pesas y mis carreras por el campo. Sin embargo, no vayáis tan rápido, ¿recordáis lo que decíamos hace un momento? Pedro no solo quiere sobrevivir, el quiere y está convencido de que puede vivir como en sociedad, pero él solo. Salvo que Pedro haya vivido 100 vidas, seguro que alguno ya empieza a visualizar las limitaciones con las que cuenta nuestro amigo.
Empecemos por la más evidente, salvo que fuese el mayor prodigio de la historia, es imposible saber de todo. Bueno, sí Pedro fuese un genio y supiese de muchas cosas, aun así tendríamos un refrán español que le iría muy bien: de todo sabe y de nada entiende. Ya que no le bastaría con saber, sino que tendría que entender cómo aplicar todas las tecnologías que nos permiten, entre muchas otras cosas, tener un televisor, un smartphone, un aire acondicionado, un vehículo, … Seguro que a Pedro ya no le sobra tanto tiempo.
Por otra parte, existe una limitación adicional asociada a los recursos. Es decir, aunque nuestro amigo supiese hacer todo esto, debería contar con los recursos para hacerlo. si necesita litio refinado en x%, tendría que contar con una mina de litio lo suficientemente cercana para poder explotarla. Además, tendría que tener la maquinaria para extraerla, lo cual crea nuevas necesidades de conocimientos y materiales. En otras palabras, los planes se le están empezando a torcer, y bastante.
Por último, lo más importante de todo, el factor decisivo y que ya hemos ido dejando caer, el tiempo. Por mucho que tuviésemos todo lo anterior, lo cual ya os digo que es imposible, si Pedro quisiera no podría fabricar un coche y todos sus componentes él solo, así como, tampoco toda la maquinaria necesaria para producir estos. Si lo hiciera, gastaría una cantidad descomunal de tiempo para lograr todo esto, por lo que no lograría nunca, incluso, aunque trabajase sin descansar nunca.
Si alguno está pensando que Pedro es una especie de superhéroe que podría parar el tiempo y hacerlo todo, superhéroes aparte, en la vida real a nuestro amigo se le ha complicado demasiado.
La magia de vivir en sociedad: la división social del trabajo.
Llegados hasta aquí tenemos el motivo por el cual las personas tendemos a vivir en sociedad desde una perspectiva económica. Los seres humanos, por norma general, queremos alcanzar el mayor bienestar material posible. Solos no podemos alcanzar un nivel de vida como el que logramos mediante las sociedades a través la interdependencia directa e indirecta los unos de los otros. Pero, ¿y por qué? ¿Qué es lo que marca la diferencia y hace que alcancemos tanto bienestar material de una forma y tan poco de la otra?
Aquí es donde comenzamos a ver la magia de vivir en sociedad desde una perspectiva económica. Lo que permite disparar el bienestar material en las sociedades es la división social del trabajo. Como ya dijo Adam Smith hace unos buenos cuantos años, la magia de que cada uno se especialice.
Si cada uno se especializa en producir un único producto y luego lo intercambia, la capacidad de producción conjunta es mucho mayor que la individual. Es más, cuanto mayor sea esta división social del trabajo, incluso dentro de los propios procesos productivos de un mismo bien, mayor será dicha capacidad.
En otras palabras, la especialización en una tarea productiva aumenta la productividad de los individuos en aquella labor que realizan. Por lo que, si todos nos especializamos en algo, lograremos aumentar la producción agregada.
La única forma de gestionar la producción colectiva: sistemas económicos
Finalmente, nuestro amigo Pedro, impotente ante la realidad y devastado por su situación, ha tenido que dar su brazo a torcer. Al final, se ha dado cuenta de que necesita de otros para poder vivir mejor. Pero como no podía ser de otro modo, ha decidido hacerlo a su manera creando su propia sociedad, lejos de la horrible sociedad capitalista paternalista en la que vivimos el resto de ignorantes que no sabemos lo que significa vivir libres y bien.
En poco tiempo, el poblado de Pablo se llena de gente, en dos meses llegan 10 nuevos habitantes y la división social del trabajo se abre paso. Sin embargo, se empieza a dar cuenta que no es tan fácil como parece.
Cada uno se ha especializado y ya tenemos granjeros, médicos y artesanos. Todos producen bienes y servicios, pero, ¿Cómo los intercambian? ¿A quién pertenece los bienes si yo he trabajado la tierra todo el invierno, pero ha sido otro quien los ha recolectado? Estas preguntas parecen inofensivas, pero realmente críticas.
Según respondamos las mismas, estaremos ante un determinado tipo de sistema económico u otro: planificado o de mercado. Es más, estaremos determinando cómo se regula la propiedad en esa sociedad. ¿Es todo propiedad pública o existe la propiedad privada en un determinado grado? Como veis esto no solo determina la vida de Pedro, sino el de toda su sociedad.
La política hace su aparición.
Llegados hasta aquí la cosa se pone aún más interesante para nosotros, aunque si le preguntáis a Pedro no creo que esté tan emocionado. Ya que, ¿quién tomará estas decisiones? Y ¿De qué forma se tomarán? Las podría tomar él unilaterlamente, un par de personas elegidas por el resto, el conjunto de los individuos o cualquier otra combinación que seamos capaces de imaginar.
Y no solo eso, una vez tomadas las decisiones, ¿Quién hará que se respeten estas normas? ¿Qué pasa si alguien decide que no le gustan las reglas y se las salta? Pues bien, aquí es donde la utópica sociedad de nuestro amigo y sus seguidores va a aprender por las buenes, o por las malas, qué es una estructura política.
Ya que, esta será la institución social encargada de canalizar la toma de decisiones comunes que rigen las normas de la sociedad. Es decir, establecerá las reglas del juego indicando qué se puede hacer y que no.
El inevitable conflicto social.
Al final, tras muchos desencantos y reflexión, Pedro descubre una realidad que no puede negar, nos necesitamos los unos a los otros si queremos tratar de maximizar nuestro bienestar material. Sin embargo, también se ha dado cuenta de que no todos queremos las mismas cosas ni las mismas cantidades. Por lo que empieza a entender que el conflicto en su sociedad es inevitable. Él sabe que puede estar totalmente de acuerdo con alguno de sus vecinos en determinadas cosas, pero habrá otros vecinos para los que estas mismas cosas sean intolerables.
Si no son capaces de canalizar hasta un cierto punto los intereses de las personas, se encontrarán con una amarga realidad, la ruptura o intentos de ruptura por parte de los miembros de su sociedad de las reglas establecidas. Alguno se preguntará, ¿por qué harían esto los seguidores de Pedro? Pues aquí la respuesta es sencilla, para tratar de implementar cambios por la fuerza.
Aquellas sociedades que no son capaces de canalizar pacíficamente los intereses de las personas mediante su sistema económico y estructura política, se ven abocadas a la inestabilidad y, al riesgo de una ruptura que cambie por la fuerza las reglas del juego.
Ya veis, nuestro amigo Pedro que huyó de la sociedad para evitar a las personas y vivir su vida de lujos perfecta, lejos de nuestro horrible modo de vida, al final, se ha dado cuenta que si quiere contar con determinados lujos, la sociedad y todos sus problemas son un mal necesario para poder conseguirlos.
Conclusión sobre cuál es el origen de las sociedades
Espero que este podcast te haya servido para entender cuáles son los motivos que nos impulsan, desde una perspectiva político-económica, a vivir en sociedad. A la postre, por el bienestar material que deseamos, el cual podemos aumentar mediante la división social del trabajo que nos permite la vida en sociedad. Además, este a su vez implica el desarrollo de un sistema económico y una estructura política. Respecto a estos y la forma en que se gestionen, siempre surgirá el conflicto social, que las instituciones deben ser capaces de canalizar pacíficamente para que no haya una ruptura de la sociedad.
En cuanto a nuestra pregunta inicial de si podríamos vivir cada uno de forma aislada, claro que podríamos como bien nos demuestra Pedro. Sin embargo, sería una vida centrada en la supervivencia y completamente contraria al nivel material que permiten nuestras sociedades, en el que nuestra esperanza de vida se vería también drásticamente reducida.
Si todos optásemos por vivir en soledad, ello significaría el fin de nuestras sociedades. Ya que no habría ningún tipo de interdependencia los unos de los otros, ni tampoco, ningún tipo de regla o limitaciones en nuestras acciones. En otras palabras, podría triunfar la ley del más fuerte, por lo que, aunque a veces no nos guste del todo nuestras sociedades, soportarnos los unos a los otros no es solo una opción, es una necesidad.
Solo me queda deciros que he usado esta historia con fines didácticos con el objetivo de que entendieseis por qué se forman las sociedades. Si embargo, he hecho una gran simplificación, en la vida real la complejidad de nuestras relaciones hace que investigar a las sociedades no solo sea más apasionante, sino mucho más difícil.
Espero que hayas disfrutado del contenido, si lo ha hecho no olvides suscribirte, sacamos podcast como estos con frecuencia. Te dejo nuestro canal de Youtube por si prefieres un vídeo para disfrutar del próximo capitulo.
Un abrazo y nos vemos en el próximo capítulo..